Gandhi estuvo en la cárcel durante 2 años. lejos de desesperarse, aquella experiencia supuso para el gran luchador por la paz y la independencia de la India una lección de humildad e, incluso, de felicidad. "Cuando se nos encarcela en el cumplimiento de nuestro deber, debemos sentirnos felices", aseguraba en un artículo publicado en "Joven India". En una carta a un amigo, Gandhi explicaba: "Mi celda es digna, limpia y ventilada. El permiso para dormir al aire libre es para mí una bendición. Me levanto a las 4 para orar. A las 6 y 30 comienzo a estudiar. 4 horas las dedico a hilar. Hilar es para mí una necesidad interior cada vez más imperiosa. De este modo me acerco cada día al más pobre entre los pobres y, a través de él, a Dios. Por ello, amigos míos, no os apenéis por mí. Soy feliz como un pajarito y siento que no pierdo el tiempo. Mi permanencia aquí es una óptima escuela..."
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