
LA FLOR DEL OLIVAR
Una vez había un rey que tenía tres hijos. Era muy viejo. Un día llamó a sus tres hijos y les habló asi:
-Antes de morir quiero saber a cual de vosotros voy a dejar mi reino. Vais a marchar por el mundo en busca de la flor del olivar. El que me la traiga será el heredero. Salieron los tres hijos de palacio y emprendieron el camino. Marcharon juntos hasta que llegaron a un lugar donde el camino se partía en tres ramales. En este sitio habló el mayor y dijo:
-Que cada uno vaya por su camino. Dentro de tres años volveremos a encontrarnos en este mismo sitio, y sabremos cual de nosotros ha tenido la fortuna de encontrar la flor del olivar. Y se separaron.
El más pequeño de los tres siguió decidido camino adelante; pero porqne era pequeño adelantaba poco; y vió que la noche se echaba encima; y tuvo miedo y se puso a llorar. Llorando iba cuando una mujer le salió al camino preguntándole:
-¿Por qué lloras?
-Porque mi padre me ha mandado en busca de la flor del olivar, y va a hacarse de noche, y no podré encontrarla nunca.
-No te apures -añadió la mujer-: ven conmigo que yo te la buscaré. Y guiado por aquella mujer se perdió por los caminos que daban la vuelta al mundo.
Pasaron los tres años, y según habían prometido al separarse, se reunieron en el mismo sitio los tres hermanos. El más pequeño llevaba la flor del olivar, pero no lo decía, porque la vieja le había advertido que si descubrían lo que llevaba, sus hermanos le darían muerte.
-Nosotros no traemos la flor del olivar-dijeron los dos hermanos mayores-: la traes tu?
-Yo no.
-Si, tú la traes.
Se lanzaron sobre él, lo revolvieron y dieron con la flor del olivar, que llevaba escondida... Allí mismo le dieron muerte, y al borde del camino lo enterraron. Pero al enterrarlo le dejaron el dedo chico fuera. Despues se marcharon a los palacios del rey, su padre.
Del dedo chico del pequeño príncipe nació una caña. Pasó por allí un día un pastor con sus ovejas, se hizo una flauta con la caña aquella y empezó a tocarla. Pero en vez de notas musicales salía de la flauta una voz misteriosa que decía:
Pita, pita, pastorcillo,
no me dejes de pitar;
mis hermanos me mataron
por la flor del olivar.
Y el pastorcillo, todo maravillado por lo que la flauta decía, se fue con ella a la ciudad. Entró tocando por las calles. Pasó por delante de los palacios del rey. Y el rey oyó la voz de la flauta. Mandó llamar al pastor. Cogió la flauta y tocó. Y la flauta dijo:
Pita, pita, padre mío,
no me dejes de pitar;
mis hermanos me mataron
por la flor del olivar.
Se maravilló el rey, y dándole la flauta a la reina le dijo que tocara ella también. Tocó la reina. Y la flauta dijo:
Pita, pita, madre mía,
no me dejes de pitar;
mis hermanos me mataron
por la flor del olivar.
Desconfió el rey y llamó a sus dos hijos. Mandó al mayor que tocara. Y la flauta dijo:
Pita, pita, hermano mío,
no me dejes de pitar;
que tú mismo me mataste
por la flor del olivar.
Mandó el rey que tocara el otro. Y la flauta dijo:
Pita, pita, hermano mío,
mo me dejes de pitar;
que si tu no me mataste,
me ayudaste a enterrar.
Descubierto por la flauta el terrible delito cometido por los hijos del rey, éste mando matarlos, castigando asi a los malos hermanos que por heredar un reino no dudaron en dar muerte a un hermano.
Una vez había un rey que tenía tres hijos. Era muy viejo. Un día llamó a sus tres hijos y les habló asi:
-Antes de morir quiero saber a cual de vosotros voy a dejar mi reino. Vais a marchar por el mundo en busca de la flor del olivar. El que me la traiga será el heredero. Salieron los tres hijos de palacio y emprendieron el camino. Marcharon juntos hasta que llegaron a un lugar donde el camino se partía en tres ramales. En este sitio habló el mayor y dijo:
-Que cada uno vaya por su camino. Dentro de tres años volveremos a encontrarnos en este mismo sitio, y sabremos cual de nosotros ha tenido la fortuna de encontrar la flor del olivar. Y se separaron.
El más pequeño de los tres siguió decidido camino adelante; pero porqne era pequeño adelantaba poco; y vió que la noche se echaba encima; y tuvo miedo y se puso a llorar. Llorando iba cuando una mujer le salió al camino preguntándole:
-¿Por qué lloras?
-Porque mi padre me ha mandado en busca de la flor del olivar, y va a hacarse de noche, y no podré encontrarla nunca.
-No te apures -añadió la mujer-: ven conmigo que yo te la buscaré. Y guiado por aquella mujer se perdió por los caminos que daban la vuelta al mundo.
Pasaron los tres años, y según habían prometido al separarse, se reunieron en el mismo sitio los tres hermanos. El más pequeño llevaba la flor del olivar, pero no lo decía, porque la vieja le había advertido que si descubrían lo que llevaba, sus hermanos le darían muerte.
-Nosotros no traemos la flor del olivar-dijeron los dos hermanos mayores-: la traes tu?
-Yo no.
-Si, tú la traes.
Se lanzaron sobre él, lo revolvieron y dieron con la flor del olivar, que llevaba escondida... Allí mismo le dieron muerte, y al borde del camino lo enterraron. Pero al enterrarlo le dejaron el dedo chico fuera. Despues se marcharon a los palacios del rey, su padre.
Del dedo chico del pequeño príncipe nació una caña. Pasó por allí un día un pastor con sus ovejas, se hizo una flauta con la caña aquella y empezó a tocarla. Pero en vez de notas musicales salía de la flauta una voz misteriosa que decía:
Pita, pita, pastorcillo,
no me dejes de pitar;
mis hermanos me mataron
por la flor del olivar.
Y el pastorcillo, todo maravillado por lo que la flauta decía, se fue con ella a la ciudad. Entró tocando por las calles. Pasó por delante de los palacios del rey. Y el rey oyó la voz de la flauta. Mandó llamar al pastor. Cogió la flauta y tocó. Y la flauta dijo:
Pita, pita, padre mío,
no me dejes de pitar;
mis hermanos me mataron
por la flor del olivar.
Se maravilló el rey, y dándole la flauta a la reina le dijo que tocara ella también. Tocó la reina. Y la flauta dijo:
Pita, pita, madre mía,
no me dejes de pitar;
mis hermanos me mataron
por la flor del olivar.
Desconfió el rey y llamó a sus dos hijos. Mandó al mayor que tocara. Y la flauta dijo:
Pita, pita, hermano mío,
no me dejes de pitar;
que tú mismo me mataste
por la flor del olivar.
Mandó el rey que tocara el otro. Y la flauta dijo:
Pita, pita, hermano mío,
mo me dejes de pitar;
que si tu no me mataste,
me ayudaste a enterrar.
Descubierto por la flauta el terrible delito cometido por los hijos del rey, éste mando matarlos, castigando asi a los malos hermanos que por heredar un reino no dudaron en dar muerte a un hermano.
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