

Además, no había dormido nada por culpa del viento que no dejaba de resoplar entre los recovecos de su ventana, su madre ayer otra vez le dio la vara diciéndole que por qué no buscaba a una buena irlandesa y se casaba de una vez ya.
"¡Por Dios! ¡Mamá! ¡Que aún tengo 25 años! En algunos países incluso se casan hasta mucho más tarde." Le soltó ayer a su madre.
Luego estaba también la cuestión de su trabajo, pues lo detestaba a más no poder. Trabajaba en un pequeño comercio en Douglas reponiendo, ordenando y atendiendo al público. Tenía buenos compañeros, eso sí, pero se le hacía muy pesado coger el coche e ir desde las afueras de Cork, exactamente desde Rochestown, hasta allí todos los días sin parar ni descansar.
Él había estudiado Medicina y era a lo que se quería dedicar, pero por ahora no encontraba trabajo de ello, aunque lo seguía intentando.
Pero ese día algo cambió y el presagio de que algo bueno iba a salir porque salió el sol a media tarde, se cumplió.

Ella se alejó y pensó que jamás la volvería a ver.
Ha pasado un mes y a Anthony le sorprendió volver a ver a esa chica con aire misterioso y siempre sonriente, no una, sino todos los días durante ese mes. Le entró la curiosidad y, viendo que siempre pasaba sobre la misma hora, procuraba estar disponible para observarla día tras día.


Salió con las cajas de leche para reponerlas y al mirar hacia los productos dulces se quedó de piedra. Ella estaba allí. Después de un mes pasando, por fin se había resuelto a entrar y él ni se lo creía.

El jefe de Anthony lo llamó para que abriese otra caja y así aliviar la cola de su compañera. "Angel" ya estaba en la cola y se volvió misteriosa. El corazón de Anthony latía a mil por hora y deseó que ella se pasase a su cola, pero para cuando abrió la caja, ya a ella le tocaba el turno en la de su compañera.
Se fijó que no era ni irlandesa ni inglesa, pues no vocalizaba bien el idioma y se notaba que aún le costaba entender la lengua.
La observó cómo salía de la tienda y pensó que jamás tendría otra oportunidad, que aquella chica misteriosa, tímida y sonriente jamás la volvería a ver.

Cierto, no sabía ni su nombre, no la conocía de nada, pero su sonrisa y su "corre-corre" siempre de un lado para el otro le maravillaba.
Notó cómo iba perdiendo su moreno y que cada día estaba más guapa y más delgada. Se supuso que ella ya tenía a alguien esperando fuera donde fuera ella. Y, además, no era turista, pues llevaba mucho tiempo allí.
Otra noche más sin dormir y otra vez la guerra de su madre para que él se casase. Vivía sólo y con eso le bastaba por ahora. Otro día más sin ganas de volver al trabajo, únicamente quería verla y terminar el día con su imagen. Ya le daba igual, sentía lo que sentía y le encantaba. Y otro día más tuvo suerte. Ella volvió a entrar y volvió a coger otra chocolatina. Pero algo diferente pasó.
Él estaba ordenando los panes cuando ella se le acercó. Otra vez el corazón de Anthony latía a mil por horas y temía que ella lo estuviese oyendo. No quería volverla a perder y se había decidido a hablar con ella. Pero no hizo falta, ya ella había dado el primer paso.
Le preguntó su nombre, aunque él no respondió a esa pregunta, pues tenía una etiqueta y ella, muy resuelta, la leyó. Le preguntó también por qué marca de pan de molde era la mejor, él le dijo que "Auchan", pues era natural y artesanal. Se la ofreció, ella la cogió y marchó hacia la caja para pagar.
Otra vez se quedaron mirando el uno al otro hasta que salió por la puerta afuera. Y ese no fue el final.
Durante dos meses más, ella siguió entrando todos los días y, poco a poco, fue entablando una amistad con ella.

Una tarde de verano, se armó de valor y le pidió una cita. Se sorprendió al ver que ella aceptaba encantada y quedaron para el próximo 21 de julio a las 19h en el restaurante de enfrente.
Allí apareció ella muy radiante con una chaqueta que le llegaba hasta los tobillos, pantalón de vestir, una preciosa camisa de seda celeste, tacones celestes también y el pelo suelto y planchado. Y allí la conoció un poco más. Supo que llevaba 4 meses trabajando como Au Pair, para una familia de la zona. Que no tenía padres, era hija única y que desde marzo estaba yendo a una academia en Cork.
Él también le comentó su vida y no lo pudo resistir más. Se levantó de su silla, se sentó en la que tenia ella a su derecha, le cogió la mano a ella y le dijo que la amaba.
Le contó desde cuándo y cómo pasó. Vio cómo sus mejillas se sonrojaban, sus ojos le empezaron a brillar y su hermosa sonrisa volvió a relucir.


FIN
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